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Historia de la moneda

¿Dónde comenzó exactamente a utilizarse el dinero? No se tiene certeza de dónde  se acuñó la primera moneda, y por lo tanto es difícil saber cuándo fue el primer uso del dinero.

El autor griego Homero, en el siglo VIII aC, en su obra la Iliada, no menciona el dinero directamente, aunque si, en una parte de ella se habla de los “talentos de oro ofrecidos a Aquiles en la muerte de Patroclo”. Según el léxico del siglo X, el “talento” era una suerte de moneda de pequeño tamaño.

Homero habla más bien de un intercambio, un trueque de bienes donde caben desde un esclavo a un ánfora de vino o cualquier otro tipo de materias o enseres. Y lo mismo sucedía en Mecenas, donde se habla de relaciones comerciales con permuta de objetos o intercambio de cosas que funcionaban a modo de dinero o moneda, sin realmente serlo.

Aunque mucho antes, los egipcios ya conocieron en época muy temprana cierta suerte de dinero, aunque lamentablemente, los historiadores no han podido demostrarlo con pruebas irrefutables.

Siendo así, en la Biblia se puede leer que “José fue vendido por sus hermanos a unos israelitas por veinte siclos de plata”. En el capítulo 62 del Génesis, hacia el año 1.850 aC, Jacob envía a sus hijos a Egipto a comprar grano, y se hace hincapié en que en los sacos de trigo “se incluyera el dinero pagado”.

Si volvemos a Grecia, los griegos preurbanos utilizaron el buey como cantidad mayor, y los cerneros como moneda pequeña o “calderilla”. Siendo así, Homero dice que “la armadura de Diomedes costó nueve bueyes y la de Glauco cien”. No tuvieron monedas con anterioridad al siglo VI AC, en donde se empezaron a acuñaren las islas de Egina y Eubea.

A pesar de lo dicho, el dinero parece que ya existía mil años antes de la época que contemplamos. Abraham, nacido en Ur de Caldea, actual Irak, en el año 2164 aC, compró el enterramiento para su mujer Sara y para él, según nos relata el libro del Génesis en el capítulo 23 con dinero: “Respondió Efrón: Óyeme, la tierra que pretendes vale cuatrocientos siglos de plata”. Abraham, oído esto, hizo pensar el dinero determinado por Efrón: cuatrocientos siglos de plata de buena moneda corriente.

ORIGEN E HISTORIA DEL A MONEDA

No fue hasta el siglo V aC, que los fenicios no usaron moneda en sus transacciones: comenzaron a hacerlo en la fecha indicada coincidiendo con las Guerras Médicas entre Persia y Grecia.

En Egipto se generalizó y empezó a batirse moneda de forma habitual durante la sátrapa de Aryandes como forma de pago entre comerciantes griegos y fenicios de Menfis y Naucratis.

Fue Alejandro Magno el primero que puso su efigie en una moneda, pues con anterioridad a él los reyes se habían limitado a dejar constancia de su nombre. Los más probable es que el uso de la moneda surgiera en el Mediterráneo y se extendiera a continuación por el interior de Europa y Asia hasta convertirse en un hecho imprescindible para la vida comercial.

En la Antigua Roma, la moneda acuñada se introdujo en el siglo V aC, y tenía en su anverso la cabeza de la diosa titular de la ciudad con el casco alado, y en el reverso a los Dioscuros a caballo. De esta manera, una libra de plata daba para acuñar cien denarios.

Hacia el año 500 aC, comenzó a circular la moneda de oro en Roma, cuya ceca parece que estaba junto al templo de Juno, diosa apodada Moneta, de donde por etimología popular derivo la palabra “moneda”.

Sin embargo, a lo largo de los siglos el valor, la ley y la pureza de la moneda decayó. Durante el Imperio Romano se añadió cobre al oro, tanto que hacia el siglo III, las monedas, supuestamente de oro, contenían solamente un 2% de este preciado mineral.

Se sabe que en España, íberos acuñaban moneda, pero fueron copia de las romanas de tiempos de la República. En ellas hay voces ibéricas que alternan con palabras latinas, apareciendo numerosos elementos simbólicos como la espiga de trigo, el pez, la palma, esfinges, la cabeza de Hércules ibérico o caballos.

En la Europa medieval se volvió a la pureza del metal, se rechazaron las aleaciones y el número de cecas fue asombroso, circulando un número enorme de monedas distintas, ya que el poder de acuñar no sólo lo tenía el Estado sino también las ciudades y algunas familias importantes.

Eran monedas mal troqueladas, hechas con métodos rudimentarios. Parece que la primera máquina para acuñar moneda funcionó en Paris en el año 1.553.

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